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La ansiedad como respuesta a la indefensión y la falta de control

  • Foto del escritor: Francisco Escudero
    Francisco Escudero
  • 16 feb
  • 3 Min. de lectura


Todos estamos familiarizados con el concepto de ansiedad, esa respuesta natural, instintiva y crucial para la evolución de nuestra especie.


De lo que se habla poco es de cómo, en muchas ocasiones, la ansiedad precipita el desarrollo de recursos y moviliza la energía necesaria para afrontar una situación complicada o una amenaza. Pero no lo neguemos: todos conocemos el desasosiego que puede hacernos sentir (esto es lo primero que nos viene a la cabeza cuando pensamos en ansiedad).


Te animo a leer este artículo sin hacer interpretaciones universales, entendiendo que cada persona vive una situación única. Si tienes problemas de ansiedad o depresión, sé cauto con la información que consumes, ya que no todos los consejos o sugerencias son aplicables a todas las personas. Este tema tiene muchas aristas: la ansiedad puede activarse por múltiples razones, y no seré yo quien simplifique las cosas en un video tutorial.


Por definición, la ansiedad es una respuesta de indefensión (la indefensión es lo contrario a la capacidad de defenderse ante algo). Es decir, es la reacción de nuestro organismo cuando interpreta que no puede hacer nada ante un peligro.


Se activa frente a aquello que percibimos como imposible de controlar o predecir. La ansiedad es un estado de vigilancia sostenida ante la incertidumbre, que nos mantiene en alerta constante ante la posibilidad de que, en cualquier momento, ocurra lo peor.


La indefensión no nos permite desplegar nuestros recursos, sino que nos coloca en una posición de repliegue, anticipando una y otra vez que la amenaza nos golpeará y no podremos hacer nada para evitarlo.


Pero también ocurre lo contrario: no desarrollar recursos y herramientas ante situaciones que nos generan ansiedad le da vía libre para perpetuarse. A más ansiedad, menos recursos; a menos recursos, más ansiedad. Y así se forma el círculo vicioso.


Un ejemplo típico de una situación que puede despertar una respuesta de ansiedad es cuando estamos aprendiendo algo nuevo. El cerebro, cuyo objetivo principal es garantizar nuestra supervivencia, nos pondrá a prueba ante lo desconocido. Por eso, la novedad suele ponernos nerviosos, ya sea caminar por un callejón desconocido o socializar con gente nueva.


Si una persona que nunca ha hecho escalada decide trepar por primera vez, lo más probable es que experimente ansiedad. Es lo natural. La altura le generará vértigo y nerviosismo, desconfiará de sus movimientos y de su equilibrio. Sin embargo, con el tiempo, la exposición a la dificultad, el entrenamiento y el desarrollo progresivo del control permitirán que sus destrezas mejoren. Poco a poco, la ansiedad se irá atenuando.


No porque hayamos dominado la ansiedad, sino porque ella misma asume que ya no es necesaria: nuestro cerebro superior ha relevado al primitivo (y poderoso) mecanismo de la ansiedad, y hemos aprendido a anticipar y remediar peligros, confiando en nuestras capacidades.


Insisto: luchar contra la ansiedad no suele ayudar. Dejemos de verla como un enemigo temible. Un buen punto de partida es hacer las paces con ella, entender que es una parte viva dentro de nosotros. Sí, puede haberse descontrolado, pero debemos aprender a calmarla, permitirla y aceptarla. Quizás, con el tiempo, esa parte de nosotros deje de ser tan escabrosa y podamos relacionarnos con ella de una manera más amable. Incluso podríamos llegar a usarla como una guía para tomar decisiones y encontrar nuestro propio equilibrio.


Recuerda que el objetivo no es eliminar la ansiedad, sino modularla, bajarle el volumen.

Al fin y al cabo, la ansiedad no deja de ser energía: energía dispersa y mal gestionada, pero energía sin la cual no podríamos vivir.


En el próximo artículo, te comentaré tres conductas generales que suelen reforzar y amplificar la respuesta ansiosa.


Si necesitas ayuda psicológica, no dudes en contactarnos. Estamos en el Centro de Bienestar Emocional (Bormujos) y también ofrecemos consulta online. Cualquier cuestión, puedes escribirme por privado



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Francisco Escudero


16-02-25



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