
Mucha gente tiene una especie de aprensión o recelo a intentar hacer algo y fracasar. ¿Por qué suele pasar esto? Vamos a desarrollar esta idea en este video.
Pensemos en esa persona que quiere aprender a tocar un instrumento. Coge la guitarra, toca las cuerdas, mira los acordes en el ordenador medio perdido, se siente agobiado y piensa que es una tarea muy compleja y acaba por abandonar el intento a los pocos minutos. Al intentarlo lo que ha hecho ha sido constatar su “inutilidad” y se repite a sí mismo “yo no valgo para esto”. La frustración puede que le impida volver a intentarlo nunca o hasta mucho tiempo después. Esta frustración va de la mano del derrotismo.
Dejarse llevar por ese derrotismo nos impide vislumbrar todo el panorama completo, el amplio bosque, y centrarnos únicamente en un solo árbol. Cuando nos proponemos lograr algo en muchas ocasiones nos olvidamos de que la consecución de una meta conlleva pasar por muchos micrologros pequeños y escalonados, y nos olvidamos de que todas las grandes habilidades requieren una progresión. Vemos el árbol, pero no el bosque. Y esto se puede aplicar a casi todo: aprender una habilidad manual (como un deporte, hacer artesanía, tocar un instrumento) hasta un cambio de disciplina, de hábito del sueño, de habilidades para expandirse socialmente, etc.
En muchas ocasiones, no solamente evitamos exponernos a situaciones que nos puedan resultar difíciles por miedo a fracasar, sino porque además queremos resultados inmediatos, nos duele demorar el premio de nuestros logros y uno se compra una guitarra y quiero ser Paco de Lucía a la primera semana.
El problema también es cuando el tiempo emprendido en una actividad o una inquietud está secuestrado y al servicio de tu ego. Y sucede entonces que intentar hacer algo y constatar que se te da mal va directamente al tuétano de tu valía como persona (te decepcionas contigo mismo), y es entonces cuando ver a otros referentes (como Paco de Lucía) acaba escociendo en el pecho, porque convierte la admiración en envidia. El ego te inclina a querer ser visto, a destacar, antes que valorar aspectos como la constancia y la perseverancia.
Ese ego te puede llevar también a que optes por no intentarlo por miedo a fracasar, evitar exponerte te protege y hace que te convenzas de que si lo intentaras lo lograrías, de que mientras no lo hagas sigues siendo el amo y así, en la pasividad y la evitación, no puedas poner en riesgo esa idea maravillosa y elevada que tienes de ti.
En resumidas cuentas, para aprender algo normalmente es bueno aprender a demorar el premio o la gratificación, hay que rebajar la tolerancia al error, hay que permitir un espacio al fracaso, pero también tienes que descender tus objetivos y dividirlos en pequeños escalones, y cuando consigas hacer esa pequeña melodía con una cuerda o correr 15 minutos sin agotarte celébralo porque has alcanzado ese pequeño logro que forma parte del todo, porque el árbol también es parte del bosque.
Aunque la meta final pueda resultar desalentadora se puede aprender a usarla como un estímulo para continuar, a la vez que no perdemos de vista esos pequeños logros. Se puede mirar el horizonte al mismo tiempo que el terreno que pisamos con la suela de los zapatos. Procurar alegrarse y sentirse realizado por los pasos ya hechos y tener a los referentes en el futuro como modelos a seguir. Es decir, combinar, de algún modo, el largo plazo con el corto plazo.
En este punto quiero dejar claro que aunque parezca que estamos hablando de confianza, en realidad estamos hablando de humildad. Se trata de humildad porque si cuando aprendemos algo, nuestra valía no está en juego, si no hay tanta carne en el asador en realidad nos vamos a tomar el aprendizaje de una manera mucho más calmada, porque resulta realmente agotador jugar una partida de ajedrez viéndose solo a sí mismo, además, mirándose regocijadamente el ombligo te impide ver el tablero completo, te impide observar a tu oponente, calibrar tus movimientos y comprender tu proceso de aprendizaje.
El fracaso es parte inexorable del intento. El intento es parte inexorable del éxito. Por lo tanto, el fracaso es parte inexorable del éxito. Es decir, inténtalo, y no te tomes tan enserio.
Espero que te haya gustado. Adios
VIDEO ORIGINAL EN INSTAGRAM: PINCHA PARA VER EL VIDEO
Si crees que te puedes beneficiar de ayuda psicológica, no dudes en ponerte en contacto con nuestro servicio que también se ofrece por vía telemática-online:
Atención psicológico en Bormujos: www.centrobiem.es
También en Los Remedios (Sevilla): Contacta con nosotros (centro CPTG)
VIDEOS DE INSTAGRAM EN: FRANCISCO ESCUDERO INSTAGRAM
Francisco Escudero
4-2-23
Comments