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Los roles anidados

Foto del escritor: Francisco EscuderoFrancisco Escudero

Cuando se abusa de la amistad o del amor


Tú eres mi hermano, mi padre, mi madre, mi compañero de piso, mi pareja, eres mi frutero, mi panadera, eres mi amigo. De toda vinculación surge una etiqueta, tu eres, yo soy, nosotros somos.


Yo he tenido muchos compañeros de piso, y algunos de ellos se han trasformado en hermosas amistades. Pero nunca jamás mientras vivíamos juntos, ninguno de esos amigos dejó de ser mi compañero de piso. Es más, antes que amigo, esa persona era mi compañero de piso.


El respeto en la convivencia, el respeto de la limpieza, el control del ruido, etc, esto no nacía ni su cumplimiento dependía de la amistad, sino de nuestra condición de compañeros de piso, que es de donde se desprendía nuestra conexión y nuestra interdependencia más directa, que es lo que debe ir por delante en la mayoría de vinculaciones. La amistad así en abstracto es difícil que regule la convivencia, es más, en nombre de la amistad pueden surgir los excesos de confianza, la dificultad para poner límites, las fraudolencias o las faltas de respeto.


Responder conforme a lo que te vincula con los demás es lo que te permite responsabilizarte de tus actos y también exponerte a las consecuencias, y así es como las personas maduramos, no podemos hacerlo de otro modo.


Cuantos padres divorciados he visto en consulta que se olvidan de que antes que expareja, son padres y que acaban instrumentalizando a su conveniencia la conducta de sus hijos para hacer daño a la otra parte. Pero es que tu ex, antes que tu ex, y antes que el padre de tus hijos también es persona y si no la tratas como tal el resto ya sobra.


O cuantos adolescentes he visto que no hacen la más mínima aportación en casa y cuyos padres sobreprotectores o evitadores del conflicto se lo consienten todo. Pero es que tu hijo, antes que hijo es un ser en desarrollo, y como hijo puede que creas que le estás ayudando, pero como persona no le estás ayudando a madurar, no le estás facilitando que adquiera recursos vitales, porque ese hijo al que le estás fraguando y cocinando lentamente una actitud déspota, además de tu hijo, también es tu compañero de convivencia en el entorno familiar, alguien que está ensayando en su hogar las normas para vivir en sociedad, que le van a servir para sus relaciones del futuro o para gestionar sus entornos laborales y tiene que aprender que para recibir beneficios y retribuciones también debe esforzarse y contribuir.


No podemos quitar la cobertura de las responsabilidades a las personas que nos rodean, muchas personas permiten conductas en otros que les perjudican directamente pero que lo acaban consintiendo porque en el fondo “es una buena persona, tiene buen corazón, lo ha pasado mal toda su vida”. Vale, puede que todo eso sea cierto, pero eso no tiene nada que ver con que esa persona te trate con respeto, o cumpla con sus obligaciones.


Es más, ¿quitándole esa cobertura a esa persona la estás ayudando? ¿O estás echando más leña a su despotismo y su inmadurez? Por supuesto cada uno vive en una circunstancia particular, pero no vamos a negar que es una pregunta cuanto menos interesante.


Tu pareja es tu pareja, pero si vamos quitando capas como en una muñeca rusa, en la pareja también se anida la amistad, y en la amistad se anida su individualidad porque antes que pareja y amiga o amigo esa persona que tienes enfrente es persona, mucho antes que el dominio que pueda corresponderle como pareja, mucho antes, la otra parte es una persona. Una persona con su individualidad, sus propios sueños, sus días malos y buenos, sus virtudes y sus miserias.


Y es importantísimo hacernos esta reflexión de vez en cuando y preguntarnos, “si no fuera mi amigo, si no fuera mi pareja, si no fuera mi madre, si fuera un absoluto desconocido ¿le estaría hablando de una manera adecuada? ¿estaría siendo suficientemente responsable en esta relación?” A veces necesitamos resetearnos y tratarnos como si fuéramos el panadero, o el frutero, porque ciertas relaciones cuando se automatizan acaban por recaer en hacer normal los excesos, las faltas de respeto o el abuso de la confianza, y es en muchos de estos casos que esa etiqueta (amor, amistad) acaba por tener excesiva implicación o acaba siendo instrumentalizadas (utilizadas) para permitirme actuar como un déspota en nombre de esa supuesta amistad o ese supuesto amor.

Este cuestionamiento puede parecer que desnaturaliza las relaciones, nada más lejos, que me respeten como persona no es desnaturalizar nada, más bien al contrario. Eres mi amigo, pero antes de todo eres mi compañero de piso, y de ese bonito contrato de convivencia y del respeto de su cumplimiento pueden nacer hermosas y profundas amistades Hasta luego.


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