
En este segundo video sobre empatía voy a desarrollar la diferencia entre la empatía y el contagio. Si no has visto el primero te animo a ver el video anterior sobre la diferencia entre empatía emocional y cognitiva antes de ver este.
¿Qué sucede si estás en un lugar donde hay un conglomerado de gente que empieza a reaccionar a las llamaradas de un incendio que se expando rápidamente? Seguramente las personas empiecen a activarse, ponerse nerviosas, correr despavoridamente y ponerse a salvo con urgencia. La reacción ante este tipo de situaciones es clara, el contagio. El poder del contagio es tan fuerte que, aunque el incendio realmente no exista y sea una falsa alarma, el pánico es fácilmente propagable una vez algunos pocos ya se han alarmado.
El contagio supone que una persona asuma la reacción emocional del otro, que se le propague su reacción pero que también reproduzca la misma actitud o la misma conducta ante un asunto. Si tú por ejemplo estás enfadado porque te han robado yo me estaría contagiando si me enfado, si reproduzco la misma indignación e intento encontrar al ladrón con la misma efusividad que la víctima del robo. La empatía, sin embargo, supone ponerte en el lugar del otro (tanto emocionalmente como mentalmente) sin que eso conlleve necesariamente que el otro adopte el mismo punto de vista o se contagio de su actitud o de su conducta.
Es muy común que las parejas en sus relaciones sentimentales discutan y que pasen con facilidad de la empatía al contagio y cuando uno llega a casa irritado, y en la medida en la que empieza a desahogarse por motivo del estrés vivido durante el día, le contagia la irritación al otro, el otro acaba por tener comentarios que echan más leña al fuego y dicha situación acaba por propiciar, por ejemplo, una disputa.
Yo como psicólogo me veo expuesto muchas veces a la pregunta “oye, como haces para trabajar con personas que están mal y no llevarte los problemas a casa?”. La respuesta es que intento (en la medida de mis posibilidades) tener el máximo de la empatía y el mínimo de los contagios. Empatizar con alguien, por ejemplo, deprimido, te permite conectar emocionalmente con él, comprender las dificultades que está viviendo y, dentro de ese encuadre, poder blindarle del mayor de los apoyos. Contagiarte de una persona deprimida supone que se me activen los mismos pensamientos intrusivos o que yo me irradie del mismo pesimismo, el mismo derrotismo, la misma desgana y la misma angustia.
Aquí hay algo curioso y es que, normalmente, cuanto más nivel de identificación hay con lo que el otro experimenta quizás más posibilidades hay de contagio. Si un amigo empieza a hablarte de las dificultades que está experimentando en un proceso de ruptura con su pareja y tú has pasado recientemente por una experiencia similar cuya herida aun no está cicatrizada, es posible que te contagies. “tío, ya estás comiéndote la cabeza viéndolo todo negativo, yo he pasado por algo parecido y tienes que dejar esta relación tóxica”. En ciertas ocasiones, el exceso de contagio lo que hace es reducir la empatía, desde el exceso de contagio hablas al otro mirándote demasiado a ti mismo, y en la empatía te puedes permitir el “te comprendo y te apoyo, pero no te comparto del todo”.
Pero, como siempre, seamos honestos, todos empatizamos y todos nos contagiamos. Ninguna reacción es mala, todas son necesarias. Lo que importa es que el contagio no sea exagerado y que más o menos sepamos gestionar nuestras reacciones emocionales. Cuidado con esto que tanto se vende en las redes de las personas tóxicas. “Si te hace sentir mal aléjate, no dejes que perturben tu paz”. Está bien y es muy sano poner límites a las conductas nocivas de otros, pero detrás de la persona que utiliza dicha etiqueta “personas tóxicas” a veces se esconde alguien que no quiere trabajar sus propias problemáticas (mirar sus propias miserias) y le viene como anillo al dedo negar el eco que el contagio tiene en sus adentros y señalar y juzgar las conductas de los demás (como si fueran todos culpables de su pesar). Esta sin duda una opción especialmente fácil y cómoda. ¿La vida es compleja verdad? Espero que te haya gustado. Hasta luego.
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Francisco Escudero
16-6-23
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